El lápiz: una historia de evolución

La invención del lápiz se le acuña a Conrad von Gesner, quien implementó la idea de utilizar el grafito enfundado en una envoltura de madera, ya que en 1564 dentro de una mina de grafito puro en Borrowdale una tormenta arrancó un roble de raíz.
Del resultado de ese suceso se extrajo una sustancia de plomo negro o plumbago.

En 1789 se le denominó “grafito” al invento de Conrad, término inventado por Abraham G.Werner. La forma de este invento consistía en una barra manejable de plomo de la mina de Borrowdale que se envolvía en cuerda que se desenrollaba con el uso.

Para su comerzalización, los primeros años se fabricaron con plombagina, un carburo de hierro muy blando y fácil de tallar dentro de una cubierta de madera blanca o de color.

Fue hasta siglo XVIII que el inventor frances Nicolas Jacques Conté y el arquitecto austriaco Joseph Hardtmuth dieron paso al lápiz como lo conocemos en la actualidad, con arcilla envuelta en un funda de madera de cedro.

Tiempo después, en el XIX, se fabricaban lápices de todo tipo y de todos los colores gracias a la aplicación de los tintes de anilina. En 1858, Hymen L. Lipman, de Filadelfia, patentó su propio lápiz con goma de borrar.

La evolución del lápiz es un reflejo de la evolución de la humanidad misma, la tecnología ha reducido el uso del lápiz para la escritura, pero sin duda alguna es una de las herramientas que más favoreció a los estudios y nuevos descubrimientos.